De todos los abordajes que la novela
de Gabriela Cabezón Cámara permitiría (para empezar, leerla por puro
placer y dejar que esa prosa tan particular fluya; para seguir,
compararla por ejemplo con la literatura de Puig y encontrarle otra
aristas, o tomar todo el tema de la cumbia villera que está en los
epígrafes y con los cuales una podría pensar en armar un musical; por
otro lado, tomar partes como crónica, testimonio de la vida en las
villas o bien la vertiente mística tan especial de Cleo, una de las dos
protagonistas), hago un recorte muy subjetivo y me quedo con la poesía a
la muerte de Torito.
Antes
de arrancar con esta especie de romance, que les recuerdo es una serie
indefinida de versos octosílabos, nos brinda un retrato del personaje
(“era medio inca, bruñido, lustroso, tenía un cuello potente, de animal
joven, por eso se ganó el sobrenombre, Eusebio creo que se llamaba el
Torito…”), y luego siguen unos versos que pueden ser incluidos en el
libro (dice la novela) “porque no son parte de la ópera cumbia”. A esta
ópera cumbia nos la escamotean, para mí se filtra solo en estos
epígrafes que encabezan muchos de los capítulos, habría sido otra opción
para la poesía, pero la decisión es otra.
La
autora toma esta historia, la de Torito con su garganta rebanada con
una sevillana. Y empieza con cuatro versos de Petrarca (ya lo había
mencionado antes, pero meterlo adentro de la poesía propia ya es otro
cantar, literalmente), para asociarlo con Evita y Perón, luego le entra
sin asco al mismísimo Hilario Ascasubi mechando con versos de La
Refalosa, otros de poesía medieval ( de La amiga de Bernal Francés), un
par de Calderón de la Barca (pero de su poesía A la muerte, no de sus
obras de teatro, que serían lo más previsible), una paráfrasis del
Martín Fierro y hasta la emprende con King Lear (los versos están en
inglés, ni Shakespeare se salva), para rematarla (así termina la poesía
al Torito) con un verso casi textual de un soneto de Góngora, de esto
modo llegamos exhaustos, sin resuello, al final, habiendo pasado por
otros versos, propios esta vez de la Cabezón , aunque todo pasa a ser de
ella, el refrito, la resemantización de la poesía del Humanismo
italiano, la gauchesca, el Siglo de Oro español y el bardo inglés…Versos
propios que podrían ser de Calle 13:
Ese fucking policía
Doesn´t know romancería
Si supiera él pensaría
Que el killer was español
(…)
Hoy is born la tierna flor
Y hoy mismo her way termina
Y como muestra basta un botón, decía mi abuela, si este alusivo anche elusivo análisis los atrapó, están ya en condiciones de asomarse al mundo Cabezón Cámara. E che Dio ce la mandi buona!
Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
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