por Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
En 1972 Mina cantaba esta canción; mi vaguísimo
recuerdo es verla en los archifamosos “Sábados circulares” de Pipo
Mancera. Había una versión en español dando vueltas, pero recuerdo
“Parole, parole”, y esa conversación en la que el hombre hablaba y Mina
cantaba. Lejos estaba yo de saber, cuando mi familia entera sufría de
galleguismo exacerbado, que la lengua del Dante iba a tener una
preponderancia tan grande en mi vida. Mi vieja, a.k.a. La gallega, era
super fanática de todos los italianos que nos llegaban cantando por esos
tiempos, a saber: Nicola di Bari, Gigliola Cinchetti (por ella me
desayuné de que “pioggia” era “lluvia”), Iva Zanicchi, Al Bano que
cantaba con su señora Romina Power (dicho sea de paso, hija del ilustre
Tyrone Power, partenair de la Hayworth más de una vez)…La digresión
podría seguir ad infinitum pero lo que me trae hoy a estas líneas es la
importancia de las palabras. Contradiciendo el proverbio latino “Res,
non verba” (que les juro por Dios que no significa “La vaca no habla”
sino “Hechos, no palabras”), mi leit motiv ha sido siempre el lenguaje.
Podía venir este en distintos formatos, ya que desde temprano en mi vida
me enganché primero con el inglés, luego con el francés, más tarde con
el alemán, en la facultad hubo que entrarle obligatoriamente al latín y
griego clásicos, amén del gallego que mamé en mi casa desde tuve uso de
razón…Las vueltas de la vida hicieron que llegaran a la mía hijos que
aprendían italiano casi como primera lengua y esa necesidad, la de poder
comunicarme de todas las maneras posibles, hizo que me sumara a los que
“parlavanno italiano”.
A
esta altura del relato muchos pensarán,”¿Será que la mina se da con
algo a esta hora?”. La verdad es que no. El tema de la lengua en habla,
diría don Saussure, del significado y el significante unidos y a la vez
separados, atravesaron mi vida, mi carrera y ahora mi amor por la
promoción de la lectura. Dar de leer, transmitir a través de la palabra,
mía o de los autores que trabajo, el hecho de que el inconsciente está
estructurado para mí, como lo decía el viejo Lacan, como un lenguaje.
La vida también quiso que una de mis hijas tuviera muchos problemas para
alcanzar un grado aceptable de producción y comprensión de nuestra
lengua, tanto hablada como escrita. Y ese desafío constante, diario, no
hizo más que potenciar todas estas ideas sobre las palabras. Su
importancia y su peso. Y hoy, en este mundo 2.0, cibernético, virtual,
¿de qué modo nos comunicaríamos si no fuera por ellas? Aun a través de
las pantallas que nos circundan, el mundo está constituido por palabras.
También están los gestos, claro, y las miradas, por ejemplo. Pero esos
ya serían razón de otra crónica.
Para los nostálgicos, les dejo el actualísimo link en YouTube de Mina cantando hace más de 40 años:
Y
de cómo escuchando otra vez la canción, llego a recomendarles,
especialmente a los que somos padres de nativos digitales, “Infancias
entre pantalla. Las nuevas tecnologías y los chicos” de Carolina Duek,
tampoco queda demasiado claro. Pero allá va. Y recuerden:
“Parole, soltanto parole, parole tra noi”
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